Nuestros objetivos de vida deben estar aunados a un fin inmortal, uno de esos al que las condiciones cambiantes del tiempo no le afecten. En contraposición a esto son como ejemplo la gloria, o los honores, estas metas están sujetas a una satisfacción que surge solo de la realización de una actividad, y no en un fin conciso y duradero, hecho que lo hace igual de perecedero. Pero por otra parte hay una meta que va mas allá del gusto por los logros o placeres conseguidos: esta es la atención y el conocimiento propios de la mente misma, y ya que ella y sus pensamientos no son una cosa tangible, no puede considerarse que tiene un comienzo y un fin mientras la vida exista, puede que escapes de muchos males pero jamas podrás escapar de ti mismo; siempre que se sea consciente de la sabiduría como única morada segura para la vida plena, las desgracias jamas podrán alcanzar a un hombre de tamañas virtudes.