lunes, 6 de abril de 2015

Hay una dualidad intrínseca en la esencia del hombre que trasciende a la muerte misma, esta se conforma por la comprensión de la verdad, destructora del engaño que nos hace creer que somos entes separados los unos de otros, como hojas de un distinto árbol que caerán al abismo en otoño y la otra parte está relacionada al mundo y como lo percibimos a través de los sentidos y sus fugaces placeres que por mas que vayas tras ellos siempre dejan un vacío que irá por más, es una fuente sin fondo y el que la alimenta se quedará con algo menos que monedas en los bolsillos.